Los cristianos tenemos por
autoridad a la misma Palabra de Dios. La que se expide de forma clara y
terminante en lo que respecta a la vida humana. En ella pueden encontrarse
amplias referencias acerca del propósito de Dios cumplidos en la vida humana.
Aquí vamos a transcribir algunos de ellos para que tomemos la dimensión que
tiene para Dios la concepción, el nacimiento y la vida de un ser humano.
1. Salmo 139:14-17
¡Te alabo porque soy una creación admirable!
¡Tus obras son maravillosas, y esto lo sé muy bien!
Mis huesos no te fueron desconocidos cuando en lo más recóndito era yo
formado, cuando en lo más profundo de la tierra era yo entretejido.
Tus ojos vieron mi cuerpo en gestación: todo estaba ya escrito en tu
libro;
todos mis días se estaban diseñando, aunque no existía uno solo de
ellos.
¡Cuán preciosos, oh Dios, me son tus pensamientos!
¡Cuán
inmensa es la suma de ellos!
Teniendo en cuenta que los
Salmos tienen cerca de tres mil años de antigüedad se observa un claro
conocimiento de una de las maravillas naturales de la creación de Dios, como lo
es la concepción de la vida humana. Hoy se sabe por el estudio del ADN y la
genética cómo verdaderamente están escritas allí todas las características del
desarrollo del cuerpo e incluso las enfermedades potenciales que se
desarrollarán a lo largo de la vida y hasta la determinación natural de nuestra
muerte. No es posible que el sabio que escribió este texto tenga en aquellos
siglos el conocimiento científico que hoy ratifica que allí, en lo profundo del
útero de una mujer puede darse el milagro maravilloso de la concepción de la
vida humana. Hoy se sabe que a los 25 días de concebido el corazón humano ya
está latiendo, de manera que cualquier intento de suprimir ese proceso natural
es un atentado directo contra la vida.
2.
Eclesiastés 11:5
Así
como no sabes por dónde va el viento ni cómo se forma el niño en el vientre de
la madre, tampoco entiendes la obra de Dios, creador de todas las cosas.
La muestra de que la
tecnología y la avanzada ciencia actual no ha mejorado el corazón y el
pensamiento humano, está en que muchas personas sostienen que la vida no existe
en el vientre de una madre. La sola maravilla del desarrollo embrionario que hoy
la ciencia puede estudiar en los más detallados pasos NO hace que la vida sea
valorada y que sea posible observar ahí mismo la mano y la obra del Creador.
Los cristianos sostenemos
que tenemos un Creador y en su sola facultad están la vida y la muerte. Que
nuestro nacimiento en este planeta no es una casualidad, si un accidente, que
estamos con vida aquí porque Dios tiene un propósito personal con cada uno de
los seres humanos.
3.
Isaías 49:1-2
Escúchenme, costas lejanas, oigan esto, naciones distantes:
El Señor me llamó antes
de que yo naciera,
en el vientre de mi madre pronunció mi nombre.
Hizo
de mi boca una espada afilada, y me escondió en la sombra de su mano; me
convirtió en una flecha pulida, y me escondió en su aljaba.
La muestra que esto es así
es la misma vida del profeta Isaías. El pudo predecir con exactitud matemática
el lugar de nacimiento, las personas que intervendrían en la vida (hasta sus
amigos) y la muerte de Jesús, en los detalles más increíbles. Ese hombre fue
alguien que Dios pudo usar para dejar registro siete siglos antes que el Mesías
salvador venía a este mundo, justamente para darnos vida abundante y eterna.
Así, afirma la Biblia que cada persona es llamada por Dios a ocupar su lugar en
la vida, aún antes de nacer, porque la vida está presente desde la concepción,
no desde el nacimiento. Dios está cumpliendo sus propósitos en nosotros desde
antes que vemos la luz de este mundo.
Las preguntas son:
§ ¿Qué pasaría si Isaías era
abortado?
§ ¿Cómo se resolvería esta
pregunta ética?
§ ¿Dónde estaríamos nosotros
si hubiéramos sido abortados?
§ ¿Quién es responsable por el
sostenimiento de la vida hasta el nacimiento?
§ ¡Lo irracional aparece
cuando las personas que nacieron aprueban y justifican el aborto!
4. El dolor
Si no somos capaces de ver
la vida en el embrión de un ser humano, entonces algo tiene para decirnos el
dolor que produce en la mujer la práctica del aborto.
¡De esto no se habla!. Como cristianos hemos
recibido en nuestras iglesias a miles de mujeres que llevan el dolor emocional,
la depresión, la culpa, la vergüenza, el miedo y las patologías derivadas del
aborto. Muchas mujeres han encontrado en Cristo la salida para una situación de
dolor indescriptible en sus vidas: porque Cristo vino a darnos vida y vida en
abundancia (Juan 10:10).
Pero si pensamos porqué las
mujeres llegan al aborto en la mayoría de los casos se produce por la enorme
presión que ejercen los que están alrededor de ella, familiares, pareja, etc.
ella tiene que hacer un camino en reversa de su propia naturaleza. La mujer que
aborta es porque ha llegado a una instancia de presión enorme, difícil de
sostener, que presenta al aborto como la solución; la solución es matar su
“problema”, matar su bebe. Pero ella no sabe, hasta que aborta, que luego
aparecerán cientos de otros problemas a los cuales no será posible matar.
Tampoco sabe que no habrá nadie con quien compartir su dolor, todos los que
presentan la solución de la muerte al bebe no la acompañarán durante su vida de
dolor. Incluso los pro-abortistas no les dan información acerca del Síndrome
post-aborto, porque si le dijeran las consecuencias a las que tendrá que
enfrentarse sola las mujeres no abortarían. Es decir, allí hay derechos
vulnerados en la mujer. Ellas tienen derecho a saber cuáles son las
consecuencias!. Tienen que saber que hay un 31% de mujeres que llegan al
suicidio por el aborto. Tienen que saber
que la violencia familiar ejercida por ella puede aumentar drásticamente sobre
sus otros hijos. Muchos y muy variados son los síntomas del Síndrome
post-aborto.
Los cristianos hemos visto y
atendido a miles de mujeres que vienen en esas condiciones y en Cristo
encuentran la salida para su compleja problemática.
Es por ello que como
cristianos no podemos aprobar, ni consentir, que en nuestra sociedad se
vulneren los derechos de la mujer, del niño por nacer y se produzca tanto dolor
sobre las personas.
Nuestro comprobante de fe
diaria en las personas que abortaron nos permite asegurar que Dios es el dador
de la vida y que interrumpir ese proceso acarrea mucho sufrimiento, dolor y
muerte.
Por lo dicho anteriormente
adherimos a la vida. Sostenemos la vida. Pensamos que la vida es el mayor bien
que tenemos otorgado por Dios. Que si no está vigente este primer derecho, el
derecho a la vida, no es posible aplicar ningún derecho.
Promovemos el sostenimiento
de la vida, aún antes del nacimiento, hasta que el último aliento de vida sea
quitado por Dios. Pensar de un modo contrario sería aceptar que la soberbia
humana puede hacernos creer que somos Dios, capaces de dar vida y muerte a
quienes nosotros elijamos.
Desechamos toda intervención
en la existencia de otros humanos para quietarle su vida, declaramos que no
estamos habilitados para dar muerte a nadie sin que haya culpa en nosotros.
Sostenemos que la vida es el
valor supremo de los seres humanos.
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